viernes, 2 de septiembre de 2016

Mero Cristianismo, Libro I-charla 1 - Autor: C. S. Lewis

(11:04 min, publicado por CSLewisDoodle)


Título en inglés: ‘Right & Wrong - A Clue to the Meaning of the Universe by C.S.Lewis Doodle (BBC Talk 1/Chapter 1)


Título en castellano: ‘El Bien y el Mal’ - Una pista para el significado del universo, por C.S. Lewis Doodle. (BBC Charla 1/Capítulo 1)
(Esta charla fue emitida el miércoles 6 de agosto de 1941)


Notas del autor del video en la descripción:
Una recreación de la charla original dada por C. S. Lewis, emitida por radio durante la Segunda Guerra Mundial. Esta emisión formó la base del capítulo uno del libro "Mero Cristianismo". Usted puede leer extractos del libro aquí: [en inglés]
Esta corta radiodifusión terminó siendo la serie de radio más leída en la historia de la radiodifusión británica, pero en los tiempos del programa en vivo C.S. Lewis verdaderamente tenía competencia por radioescuchas. Gran Bretaña tenía sólo dos estaciones de radio en aquel entonces. A las 7:45 de la tarde, por la frecuencia de ‘Para las Fuerzas [Armadas]' se emitía un programa en vivo de Gracie Fields, la cantante más popular de la época (famosa por ‘Deséame suerte mientras me dices adiós con la mano'). La frecuencia de 'El Servicio al Hogar', en la que Lewis estaba hablando, acababa de terminar su programa de noticias en noruego, y estaba a punto de cambiar al galés, así que había perdido a la mayoría de los radioyentes en inglés. Sin embargo, hacia el final de la serie, Lewis era tan increíblemente popular, que la BBC solicitó de inmediato una nueva serie y fue empleado por la BBC hasta mediados de 1944 guiando a Bretaña a través de algunas de las partes más difíciles de la guerra. La voz de Lewis se convirtió en una de las más reconocidas en Gran Bretaña, sólo superada por la de Winston Churchill.
Usted puede encontrar mis garabatos [dibujos representativos] de la segunda charla de Lewis llamada “La Realidad de la Ley Moral”, aquí:


Algunas ayudas:
Estos garabatos son en realidad herramientas para profesores, y requieren de alguien para desglosar a estudiantes algunas de las ideas aludidas muy brevemente en el garabateo.


Usted puede encontrar las citas (Cicerón, Platón y Moisés) en su totalidad, con referencias, en el apéndice del libro de Lewis “La abolición del hombre”, con la otra cita (de Aristóteles) tomada de “El problema del dolor”.


Varias sociedades a través de la historia han diferido en lo que respecta a con qué personas se debía ser generoso si era sólo con su propia familia, o sus compatriotas, o todo el mundo. Dios le dice a Moisés que todo el mundo debe ser tratado sin parcialidad amar a la persona junto a uno como a uno mismo. Cada acto de hacer trampa, o robar, o aprovecharse de otro, es amarse a sí mismo por encima del prójimo (simplemente la persona "próxima" a usted).


"todos la conocían por naturaleza, y no necesitaba ser enseñada" (4:18). Como dijo el doctor Samuel Johnson: "La gente necesita que le recuerden, más a menudo de lo que necesita que le enseñen." (Lewis, Mero Cristianismo).


"Una nación puede decir que los tratados no importan" (6:41).
En 1914 Gran Bretaña envió un ultimátum a Alemania exigiendo que la neutralidad de Bélgica no fuera violada, de acuerdo a la promesa de Alemania que figura en su tratado con Bélgica y Gran Bretaña. No hubo respuesta. A las 23:00 p. m. del 4 de agosto de 1914, Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania. El canciller alemán respondió en estado de shock que: "Sólo por un pedazo de papel, Gran Bretaña iba a hacer la guerra a una nación hermana, que no deseaba nada mejor que ser amiga de ella." Hitler repitió exactamente el mismo sentimiento expresado por el alto mando alemán en la Primera Guerra Mundial, con respecto a su deber de respetar su tratado de límites anterior y subsiguientes promesas con la neutral Bélgica: que el tratado era "papier Fetzen ein" (sólo un pedazo de papel).


"Voy a atacar a Francia y a Inglaterra en el mejor y más rápido de los tiempos. La violación de la neutralidad de Bélgica y Holanda no tiene importancia. Nadie cuestionará eso cuando hayamos ganado. Justificaremos la violación de la neutralidad tan estúpidamente como en 1914 (papier ein Fetzen) ..." Hitler, 23 de noviembre de 1939.


Al mismo tiempo que decía: "Los tratados fronterizos no importan", Hitler justificaba también la invasión a Checoslovaquia y Polonia sobre la base de la ley moral, diciendo que el tratado de Versalles (en el que Alemania se comprometió a respetar ciertos límites) fue injusto para el derecho a expansión de la nación alemana.


Notas de la traductora:
1) Usé como base esta traducción de “Mero Cristianismo’: https://elteologillo.files.wordpress.com/2012/08/13294388-mero-cristianismo.pdf
2) Hay dos párrafos del capitulo 1 del libro que, por alguna razón que desconozco, no están en el video. He señalado con asteriscos el lugar en que aparecen en el libro, y los he agregado al final del texto del video.
[Las primeras palabras que se escuchan en el video son en noruego. En seguida, al mismo tiempo que se muestra la información acerca del programa radial en un periódico, la voz del ‘presentador de la radio’ dice: “Esta noche, la BBC presenta la primera de una serie de charlas llamada ‘El bien y el Mal - Una pista del significado del universo’, por C. S. Lewis. Esta charla se titula ‘Decencia Común’. Y ahora, el Sr. Lewis.”]


[Lewis] Buenas noches. Todos hemos oído discutir a los demás. A veces suena gracioso y a veces suena muy desagradable. Pero como quiera que suene, creo que podemos aprender algo muy importante de escuchar la clase de cosas que dicen. Dicen cosas como esto:  “¿Qué te parecería si alguien te hiciera lo mismo a ti?” “¡Ese es mi asiento!, yo estaba ahí primero.” “¡Déjalo en paz; no te está haciendo ningún daño!”  “¿Por qué te vas a poner primero que yo?” “Dame un pedazo de tu naranja; yo te di un pedazo de la mía.” “¡Vamos, lo prometiste!” La gente dice cosas como eso todos los días, tanto gente educada como sin educación; y niños, además de adultos.  
Bien, lo que me interesa de todos estos comentarios es que el hombre que los hace no está simplemente diciendo que el comportamiento del otro hombre no le agrada. Está apelando a una cierta norma de comportamiento que espera que el otro hombre conozca. Y el otro hombre muy rara vez contesta: “Al diablo con tu norma”. Casi siempre intenta hacer creer que lo que ha estado haciendo no va realmente contra la norma, o que si lo está haciendo hay alguna excusa especial. Pretende [hace que parezca] que hay alguna razón especial en este caso en particular del por qué la persona que ocupó primero el asiento no debería quedarse con él, o de que las cosas eran muy diferentes cuando se le dio el trozo de naranja, o de que ha ocurrido algo que lo exime de cumplir su promesa. De hecho, parece como si ambas partes tuvieran presente alguna especie de Ley, o Regla de juego limpio, o comportamiento decente, o moralidad, o como quiera llamársele, acerca de la cual están muy de acuerdo. Y la tienen presente. Si no la tuvieran, podrían, por supuesto, pelear como animales, pero no podrían disputar en el sentido humano de la palabra. Disputar significa intentar demostrar que el otro hombre está equivocado. Y no tendría sentido intentar hacer eso, a menos que usted y él tuvieran algún tipo de acuerdo en cuanto a lo que está bien y lo que está mal; del mismo modo que no tendría sentido decir que un jugador de fútbol ha cometido una falta, a menos que haya algún acuerdo sobre las reglas de fútbol.
Ahora bien, esta Ley o Regla sobre lo que está bien o está mal solía llamarse La ley de la naturaleza. Hoy en día, cuando hablamos de las “leyes de la naturaleza” generalmente nos referirnos a cosas como la gravedad, o la herencia, o las leyes de la química. Pero cuando los pensadores antiguos llamaban a la ley del bien y el mal “La ley de la naturaleza”, ellos se referían en realidad a la “Ley de la naturaleza humana”. La idea era que, así como todos los cuerpos están gobernados por la ley de la gravedad y las sustancias químicas por las leyes de la química, la criatura llamada hombre también tenía su ley —con esta gran diferencia: que la piedra no podía elegir si obedecía o no a la ley de la gravedad, pero un hombre podía elegir si obedecer a la Ley de la naturaleza humana, o desobedecerla.  
* Ver párrafo al final del documento
Ellos la llamaban Ley de la naturaleza, porque pensaban que todos la conocían por naturaleza, y no necesitaba ser enseñada. No querían decir, por supuesto, que no se pudiera encontrar un  individuo raro aquí y allá que no la conociera, así como uno encuentra unas pocas personas daltónicas, o que no tienen oído para la música. Pero tomando la raza como un todo, pensaban que la idea humana de un comportamiento decente era evidente para todo el mundo. Y yo creo que tenían razón. Si no la tenían, entonces todas las cosas que dijimos sobre la guerra son tonterías. ¿Qué sentido tenía decir que el enemigo estaba equivocado, a menos que el bien sea una cosa real que, en el fondo, los alemanes conocían tan bien como nosotros, y deberían haber practicado? Si ellos no hubieran tenido noción de lo que nosotros entendemos por Bien, entonces, aunque aún así hubiéramos tenido que luchar contra ellos, no podríamos haberlos culpado por eso más de lo que podríamos haberlos culpado por el color de su pelo.
Sé que algunas personas dicen que la idea de una Ley de la naturaleza o comportamiento decente conocida por todos los hombres es poco sólida, porque diferentes civilizaciones y diferentes épocas han tenido moralidades completamente diferentes. Pero esto no es cierto. Ha habido diferencias, ligeramente, entre sus moralidades; pero éstas nunca han llegado a ser, para nada, una diferencia total.
*** Ver párrafo al final del documento.
Sólo piense en lo que significaría una moral totalmente diferente. Piense en un país donde las personas fueran admiradas por huír de la batalla, o donde un hombre se sintiera orgulloso de darle una puñalada por la espalda [traicionar] a todas las personas que hayan sido amables con él. Uno también podría tratar de imaginar un país donde dos y dos fueran cinco. Los hombres han diferido en cuanto a con qué personas se debería ser altruista —si sólo con la propia familia, o los compatriotas, o con todos— pero siempre han estado de acuerdo en que uno no debería ponerse en primer lugar. El egoísmo nunca ha sido admirado. Los hombres han diferido en cuanto a si uno debería tener una esposa o cuatro; pero siempre han convenido en que simplemente uno no debe tener a cualquier mujer que le guste. Pero lo más notable es esto: Cuando sea que se encuentre a un hombre que dice que no cree en un 'Bien y Mal' reales [que existen], se encontrará al mismo hombre desdiciéndose un momento después. Él puede romper su promesa hacia usted, pero si usted intenta romper una hecha a él estará quejándose: "No es justo", antes de que usted pueda decir esta boca es mía [hablar/decir palabra].
Una nación puede decir que los tratados dan lo mismo, pero luego, al minuto siguiente, echar a perder su caso diciendo que el tratado en particular que quiere violar era injusto. Pero si los tratados dan lo mismo, y si no existe tal cosa como Bien y Mal —en otras palabras, si no hay una ley de la naturaleza— ¿cuál es la diferencia entre un tratado justo y uno injusto? ¿No se han delatado mostrando que, digan lo que digan, en realidad conocen la Ley de la Naturaleza como todos los demás? Parece, entonces, que nos vemos forzados a creer en un bien y mal reales [que exiten]. La gente puede a veces estar equivocada acerca de ellos, así como hay gente que suma mal; pero ellos no son un asunto de mero gusto u opinión, del mismo modo que no lo son las tablas de multiplicar.
Ahora, si estamos de acuerdo en eso pasaré a mi siguiente punto, que es éste: Ninguno de nosotros guarda realmente la ley de la naturaleza. Si hay alguna excepción entre ustedes, me disculpo. Sería mucho mejor que escucharan otra radio, porque nada de lo que voy a decir les concierne.
Y ahora, volviendo a los seres humanos comunes que quedan, espero que no malinterpreten lo que voy a decir. No estoy predicando, y Dios sabe que no pretendo ser mejor que nadie más. Sólo estoy tratando llamar la atención respecto a un hecho: El hecho de que este año, o este mes, o más probablemente, este mismo día, nosotros mismos no hemos logrado practicar la clase de comportamiento que esperamos de otras personas. Puede haber todo tipo de excusas para nosotros: Aquella vez que fuiste tan injusto con los niños fue porque estabas muy cansado. Aquel asunto de dinero ligeramente turbio —el que casi has olvidado— ocurrió cuando estabas muy escaso de dinero. Y lo que prometiste hacer por el viejo fulano de tal y nunca has hecho —bueno, nunca lo habrías prometido si hubieras sabido lo terriblemente ocupado que ibas a estar. Y en cuanto a tu comportamiento con tu esposa (o marido), o tu hermana (o hermano), si yo supiera lo irritantes que pueden llegar a ser, no me extrañaría de ello. ¿Y quién diantres soy yo, después de todo? Yo soy exactamente igual. Es decir, no logro cumplir muy bien con la ley de la naturaleza, y en el momento en que alguien me dice que no la estoy cumpliendo, se inicia en mi mente una serie de excusas tan larga como el brazo suyo. En este momento la pregunta no es si son buenas excusas. El punto es, que son una prueba más de cuán profundamente —nos guste o no— creemos en la Ley de la naturaleza.
Si no creyéramos en un comportamiento decente, ¿por qué estaríamos tan ansiosos de dar excusas por no habernos comportado decentemente? La verdad es que creemos tanto en la decencia —percibimos tanto la Regla o Ley presionando sobre nosotros— que no soportamos enfrentar el hecho de que la estamos transgrediendo y, en consecuencia, intentamos eludir la responsabilidad. Porque ustedes se dan cuenta de que es sólo para nuestro mal comportamiento que encontramos todas estas explicaciones. Lo que atribuimos al hecho de estar cansados, o preocupados, o hambrientos, es sólo nuestro mal carácter; nuestro buen carácter lo atribuimos a nosotros mismos.
Estos son, entonces, los dos puntos que quería tratar esta noche. En primer lugar, que los seres humanos, en todo el mundo, tienen esta curiosa idea de que deberían comportarse de una determinada manera, y en realidad no pueden deshacerse de ella. En segundo lugar, que de hecho no se comportan de esa manera. Ellos conocen la ley de la naturaleza; ellos la transgreden. Estos dos hechos son el fundamento de todo pensamiento claro acerca de nosotros mismos y del universo en que vivimos. Gracias.


* Podemos decirlo de otra manera. Todo hombre se encuentra en todo momento sujeto a varios conjuntos de leyes, pero sólo hay una ley que es libre de desobedecer. Como cuerpo, está sujeto a la ley de la gravedad y no puede desobedecerla; si se lo deja sin apoyo en el aire no tiene más elección sobre su caída de la que tiene una piedra. Como organismo, está sujeto a varias leyes biológicas que no puede desobedecer, como tampoco puede desobedecerlas un animal. Es decir, que no puede desobedecer aquellas leyes que comparte con otras cosas; pero la ley que es peculiar a su naturaleza humana, la ley que no comparte con animales, o vegetales, o cosas inorgánicas, es la que puede desobedecer, si así lo quiere.


*** Si cualquiera se toma la molestia de comparar la enseñanza moral de, digamos, los antiguos egipcios, babilonios, hindúes, chinos, griegos y romanos, lo que realmente le va a impresionar [llamar la atención]; va a ser lo similares que son entre sí, y con la nuestra. Algunas evidencias de esto las he reunido en el apédice de otro libro, llamado La Abolición del Hombre; pero, para este propósito [el que le ocupa en esta charla] , sólo necesito pedirle al lector que piense en lo que signficaría una moral totalmente diferente.

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