domingo, 20 de marzo de 2011

Un corazón y una pasión por Dios

http://www.youtube.com/watch?v=-kfxef9yti4

Título en inglés: "A Heart and Passison for God" by Paul Washer (8.09 min; porción del mensaje "Give Your Life Away" = "Entrega tu vida")

Quiero hablar contigo joven. Has aprendido las doctrinas de la gracia soberana, has leído a los Puritanos, felicitaciones.

No voy a perder el sueño esta noche porque las personas en el mundo necesitan de autoestima. No voy a perder el sueño esta noche porque no están teniendo su “mejor vida" ahora, o no están siendo todo lo que pueden ser, o su cuenta bancaria no está cuadrada.

Perderé el sueño esta noche –si pierdo el sueño esta noche– porque los hombres comparecerán desnudos ante Dios y serán arrojados al infierno.

Cuando yo predico y cuando tú predicas, ya sea acá o en el campo misionero, no puedes simplemente pensar que eres un comunicador de la verdad y dejarlo ahí.

Debes predicar como un hombre moribundo a hombres al borde de la muerte. Y veo eso en Pablo. Había pasión, había una urgencia. Él, simplemente, no estaba satisfecho. Si predicaba bien o comunicaba verdad, él anhelaba que Dios fuera honrado entre los hombres y anhelaba que los hombres fuesen santos, que fuesen semejantes a Cristo y capaces de regocijarse en el beneficio de su gran salvación.

Deberíamos ser personas dadas a instar a nuestros hermanos a una devoción cada vez más grande, a una piedad cada vez más grande, a abundar en más y más amor.

Él dice: “Yo los insto, hermanos”.

¿Qué los está instando a hacer? A hacer la cosa más difícil, escandalosa -en algunos casos algunos dirían absurda- que una persona pudiera alguna vez alentar a otra persona que haga: renunciar a su vida.

Sabes, el diablo mismo lo había entendido. En este sentido, puedes quitar los bienes de los hombres, sus casas, sus tierras. Puedes hacer absolutamente todo con ellos, pero en el momento en que tocas su carne es cuando realmente pruebas a ese hombre.

Renunciar a un vehículo, o una casa, un diezmo, es una cosa pequeña. Pero pedirle a un hombre que renuncie a su vida…

Sé que hay muchas nociones románticas sobre las misiones. Pero el libro de Elizabeth Elliot sobre Amy Carmichael está en lo correcto. Misiones es solamente esto: una oportunidad de morir. Una oportunidad de renunciar a tu vida por algo más grande que tú mismo, mayor que tú mismo. De modo de ir a pedirle a estas personas hacer lo que algunos consideran casi de culto, absurdo, ridículo, inmoral: renunciar a sus vidas, ofrecer sus vidas.

Ahora, vas a necesitar una medicina fuerte para motivar a una persona a hacer algo así. ¿Qué cosa en la tierra o en el cielo podría motivarle a un hombre a entregar su vida? Voy a instarte/alentarte a entregar tu vida a Dios, para ofrecerla como un santo sacrificio vivo a Dios.

Ahora, voy a hacer eso con base en lo siguiente: los 11 primeros capítulos de este libro que bosquejan las misericordias de Dios.

¿Y has decidido que someterías tu vida a aquellas directrices? Ves que hablamos de ser bíblicos. En nuestra adoración, ¿has recurrido a las Escrituras para descubrir lo que Dios desea de nuestra adoración?

“Bueno, sabes que nos gusta adorar de esta manera.”

A mí no me importa cómo te gusta adorar, porque ese no es el punto. ¿Qué dice Dios? Ves, en esta idea nosotros podemos fantasear esta cosa hasta la saciedad. Podemos espiritualizarla hasta la saciedad.

Podemos decir: “He dado mi vida -alguien dice- “bueno, he dado mi vida al campo misionero”. Eso no significa que al mismo tiempo has dado tu corazón a Dios. Porque puedes irte al campo misionero y ser impío, y carnal y banal. Mejor hubiera sido que te hubieras unido a National Geographic que a una agencia misionera.

¿Estás buscando, en simpleza, examinar tu vida? No estoy hablando de encontrar deducciones legalistas e imponértelas. Estoy hablando de los grandes principios de las Escrituras lidiando con cada aspecto de tu vida personal, aplicándolos a ti y procurando obedecerlos.

Déjame hacerte una pregunta: ¿Si te vas al campo misionero sin tomar lo que te he dicho como un serio esfuerzo no está la posibilidad de que la única cosa que vas a hacer allá después de haber cruzado tierras y mares, es hacer un convertido como tú mismo, que no es más que duplicar un hijo del infierno?

No hay demasiado cristianismo norteamericano, amigos, que necesite ser exportado. A menos que, como dijo Ravenhill, lo pongamos en algún tipo de pila de gente de mala fama y lo enviemos a una isla solitaria, y mientras se aleja del muelle cantemos juntos la Doxología.

Si vamos a esforzarnos para trabajar en misiones, entonces debemos estar motivados por un Dios al que conocemos. Un evangelio que conocemos. Y tenemos que ser un pueblo que ha intentado con gran empeño examinar sus vidas a la luz de las Escrituras, y conformar su vida a lo que Escritura dice.

¿Cuánto de lo que tienes, incluyendo la forma que te sientas en la silla, es formado por aquellos a tu alrededor y no por la Palabra? Es algo para pensar.

Bueno, creo que si vas a ser un misionero relevante esto es lo que tienes que hacer:

Quédate en tu pieza. No solamente ora, sino que estudia, para que cuando salgas de aquella pieza,tengas algo que decir sobre Dios. Y entonces estarás apto para salir de aquella pieza.

Escúchame, ya hice eso y no quisiera volver a hacerlo. Sales hacia allá con todo tu celo al medio de la plaza y empiezas a predicar y piensas, como joven misionero, que caerán ángeles del cielo y que el coro de aleluyas va a estar cantado. Millones de personas se convertirán y ellos van a tirarte sobre sus hombros y harán una estatua de ti.

Eso no es lo que va a suceder. Lo que va a suceder es esto: vas a ir allá y vas a predicar. Y vas a predicar, y cuando la multitud empiece a escucharte, alguien en algún lugar se va a parar y te va a llamar demonio y toda la multitud se volverá a ti. Van a agarrar tu pequeño púlpito y tu micrófono improvisado y todos tus "trataditos"/folletitos y te van a tirar en la calle.

Vas a requerir de mucho más que de un celo romántico por las misiones para pararte, agarrar tu pupitre y tus folletos y caminar directo allá y predicar otra vez. Vas a requerir de una pasión por Dios, que es generada del conocimiento de Él.

Y es la misma cosa para todo en la vida cristiana.

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